Rebelarse Vende: El Negocio de la Contracultura
(Joseph Heath & Andrew Potter)
Reseña Crítica presentada por mi alumno Carlos Alberto Buenfil Fernández para la materia de Tecnologías de la Comunicación y Sociedad.
Parece ser que la contracultura ha sabido disfrazarse perfectamente bien como una alternativa verdadera, legítima y radicalmente opuesta a la mitificada sociedad de masas engendrada por el capitalismo, en la cual participan como actores principales los medios de comunicación, la economía de mercado y por supuesto la producción industrial y los regímenes políticos de centro-derecha y derecha.
Los autores del libro Rebelarse Vende, Joseph Heath y Andrew Potter, desmitifican a la contracultura como sustituto del socialismo en el pensamiento político radical, partiendo de la siguiente tesis: “[…] varias décadas de rebeldía ‘antisistema’ no han cambiado nada, porque la teoría social en que se basa la contracultura es falsa.” (Heath y Potter, 2005:19)
De acuerdo a los argumentos de estos canadienses, para los rebeldes contraculturales, “la cultura no es más que ideología, la única manera de liberarse y liberar a los demás es resistirse a la cultura en su totalidad. De ahí nace la idea de la contracultura.” (Ibíd: 18)
Este es el primer gran error de la contracultura: su pensamiento radical en contra del sistema, el cual (según la teoría contracultural) se organiza sobre la base de la represión del individuo. Para estos rebeldes, la solución está en el principio de transgresión, es decir que debemos de recuperar nuestra capacidad de sentir placer espontáneo mediante manifestaciones culturales alternativas, como el teatro alternativo, las drogas experimentales, la música alternativa, la ropa ‘auténtica’, entre otros; es decir divertirnos como principio fundamental para lograr escapar de nuestras vidas alienadas, instaurando así al hedonismo como conducta revolucionaria.
El error de la izquierda radical es que, al adoptar la contracultura como compilado de principios políticos, ha olvidado que las transformaciones más importantes en lo referente a la justicia social se han logrado precisamente al interior del sistema, gracias a arduos debates, investigaciones, reformas legislativas, entre otros, por lo tanto “si aceptamos que la contracultura es un mito, entonces muchísimas personas viven engañadas por el espejismo que produce, cosa que puede provocar consecuencias políticas impredecibles”. (Ibíd: 26)
Gestación de la Contracultura
Gramsci llegaba a sugerir que toda la cultura
-literatura, música, pintura- era un reflejo de
la ideología burguesa que la clase trabajadora
debía rechazar para poder emanciparse.
Defendía la necesidad de crear una
nueva cultura.
Heath y Potter