La Aldea Global

La Aldea Global
por Juan Francisco Ávalos
Reseña crítica presentada para la Clase de Tecnologías de la Comunicación y Sociedad

Durante los últimos años del siglo XIX los humanos de las grandes urbes experimentamos el preámbulo de un cambio que de manera gradual se ha venido gestando desde hace ya un par de décadas y que nos fue hipnotizando al extremo de perder la noción de los alcances de la técnica humana y del cambio en si, este último, que aun no llega a su clímax, representa un fenómeno de tintes completamente regenerativos para quienes habitamos la mancha de occidente; de otro modo, el pivote de una nueva configuración de la humanidad tanto en un plano sociológico como en uno antropológico. Cabe destacar que no se habla de un suceso nuevo desde el estricto significado del término sino de un nuevo ciclo del nudo humano cuyos hilos sólo son estirados y presentan un solo lado; un complejo sistema de arquetipos que arrastramos desde nuestros inicios como civilización y que de manera circular y jalados por los demás van y vienen a voluntad.

En una mínima fracción de tiempo nos convertimos en una suerte de cyborgs atiborrados de dispositivos capaces de proyectar nuestras personalidades e incluso nuestros espíritus fuera de nuestro cuerpo. Arrojado al plano material, la era de las extensiones de los sentidos cada vez más próximas a la perfección y que subliman nuestra sustancia como seres individuales. En esta transición, no forzosamente necesaria para entender el tétrade, Marshall McLuhan y Bruce R. Powers intentan dar sentido al nudo humano a través del análisis profundo de la complexión del cerebro humano; y más a profundidad la existencia de una dualidad que rige nuestro espacio externo y la experiencia humana en función de una lucha entre lo cualitativo y lo cuantitativo, lo subjetivo y lo objetivo, el lado derecho y el lado izquierdo del cerebro, el espacio acústico y el espacio visual.

A grandes rasgos, el libro está distribuido de la siguiente manera. Como el mismo Powers menciona, los capítulos 1 al 6 muestran entre otras cosas el camino que los llevó tanto a él como a McLuhan, particularmente a McLuhan, a la elaboración del tétrade (o metáfora de cuatro partes). Más delante y con la asimilación de dicha herramienta se muestra un panorama futuro escrito en el lenguaje de los artefactos. A grandes rasgos la capacidad de predecir el futuro a través de un objeto.

El siguiente texto intentará recuperar varios de los conceptos mencionados por McLuhan y Powers a lo largo de la obra “La Aldea Global” Por otro lado y de manera general presentará un análisis más a profundidad de dichos conceptos basándose en la temporalidad de los autores y percepciones actuales de la influencia de los artefactos en la vida de la humanidad. **

Antes de comenzar es importante mencionar que el tétrade opera básicamente en el fondo y en la forma de los objetos, la doble metáfora tiene dos lados para cada uno de estos, y estos a su vez se encuentran en una amalgama donde no existe el uno sin el otro. Se dan los casos en que el fondo es negado o simplemente se carece de la capacidad para asimilarlo, pero siempre está presente tanto en la llegada como a lo largo de la vida de cualquier objeto y su entendimiento va en completa función del uso del lado cualitativo del cerebro, pero eso será explicado más adelante.

Los artefactos desde sus inicios han servido como extensiones de tal o cual sentido y básicamente para enfrentar su entorno de manera que elevan al humano por encima de sus capacidades comunes. La naturaleza humana tiende a mitificar y realzar todo lo que crea por encima de su valor real, de modo que no es raro que la fascinación del hombre por un objeto llegue al grado de volverlo espécimen de un solo sentido. Parte de la naturaleza del tétrade intenta dotar de la capacidad de reconocer las implicaciones de un artefacto antes de que éste llegue a su desenlace y antes de que, de algún modo, haya causado estragos. Entonces, el fondo de cualquier tecnología se da, según McLuhan, tanto en la situación que le dio origen como en las implicaciones que su uso traerá.

La fricción constante entre el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo del cerebro o en el fondo y la forma no guarda sus consecuencias. El espacio que divide ambos lados permanece en constante resonancia generando cambios, o lo que los autores llaman chiasmus en el momento culminante, dicha resonancia afecta el lado derecho o acústico del cerebro y conlleva la tendencia natural de entender algunas situaciones ocultas del lado derecho del cerebro. Para este caso el tétrade puede ser tomado como un proceso natural del pensamiento humano basado en información cualitativa; de otro modo, se da de manera natural en algunos casos al ser un proceso intrínseco del hemisferio derecho del cerebro.

El tétrade funciona no como una teoría sino a partir de conocimiento empírico como una serie de preguntas que cierran un circuito en el cual quedan expuestas todas las dimensiones de todo lo que pase por él. Resalto, en el párrafo anterior, la cuestión de que funciona de manera natural por el hecho de que, comúnmente, se comete el error de incluir la parte cuantitativa o al hemisferio izquierdo en dicha labor dando un resultado erróneo ya que el fenómeno que emana de un objeto es mucho más complejo (simultáneo) como para ser descompuesto, catalogado y organizado para su análisis secuencial. Más adelante explicaré el tétrade con mayor profundidad.

Como mencionaba en un principio, todos los artefactos del hombre, al ser una extensión de sus sentidos, llevan una carga de significado, un mensaje implícito en su fondo que por ende conforma un sistema de signos decodificables o en si un lenguaje. Dicho lenguaje, que está naturalmente oculto, se pone al descubierto por el lado derecho del cerebro y manifiesta la manera en que se da la relación del humano con sus artefactos. Es importante mencionar esto ya que como lo veremos más delante el tétrade funciona como traductor de esta lengua en su labor de predecir el futuro.

Evidentemente el lenguaje de las máquinas determina el grado de adaptación del humano a su objeto o, más bien, según los autores “la totalidad de satisfacciones e insatisfacciones que engendra” en el mismo. El tétrade, en su labor de encontrar los patrones de elaboración, funciona de la siguiente manera y se da de forma simultánea “no secuencial”

1.¿Qué agranda o incrementa cualquier artefacto?
2.¿Qué desgasta o deja obsoleto?
3.¿Qué recupera que haya estado antes en desuso?
4.¿Qué invierte o cambia hasta que se le empuja hasta el límite de su potencial?

Parte relevante del tétrade es que permite ver ambas extensiones a la vez. Permite ver el fondo y la forma. Los autores recurren a la metáfora como herramienta que facilita el significado en términos paralelos, de otra manera, la metáfora es la manera más fiel de ver un fondo a través de una forma por repetición.

Para entender de mejor manera el tétrade cabe llamar el ejemplo del automóvil en palabras de los autores.

…el automóvil amplió nuestra capacidad para cubrir una distancia con mayor rapidez y, hasta cierta medida, para llevar una carga. Sin embargo, casi desde el principio, este invento afectó la relación del hombre con el tiempo y el espacio, tornando obsoletas las formas de organización enraizadas en las tradiciones pedestres y ecuestres…

Cabe destacar que el hecho de que un objeto caiga en desuso no implica su desaparición, sino que cambia su significado en función de una nueva necesidad, por ejemplo, las sociedades tradicionales con la llegada de la tecnología tienden a ser catalogadas como anticuadas pero con el paso del tiempo vuelven a ser llamadas para reafirmar valores perdidos, o de otro modo como un cliché respuesta a una nueva carencia.

[El automóvil con combustible devolvió un sentido de identidad privada e independencia…] [Llevado a un extremo, en el desorden, la congestión y la contaminación urbanos…]

Se traduce en automóviles eléctricos y la recuperación de la bicicleta u otros transportes, no contaminantes, llevadas al desuso por el mismo automóvil como formas alternativas y que a la vez intentan un efecto reversible.

El análisis tetrádico permite al humano recuperar la conciencia de los efectos ocultos de la tecnología en cualquier nivel.

Parte del fondo que revela el tétrade en el nudo humano es la existencia de los arquetipos como patrones de comportamiento colectivo y que son gobernados por el miedo del hemisferio izquierdo a la incertidumbre de lo nuevo. Para entender la naturaleza del arquetipo primero es necesario ver uno de sus componentes más importantes. Dentro de la nostalgia por condiciones de vida anteriores, donde opera el arquetipo, está el cliché como un “descubrimiento en una nueva dimensión de experiencia” o en términos coloquiales, la re contextualización de un objeto en desuso. Los clichés tienden a un juego simultáneo e infinito de sucesiones de significados que son desplazados una y otra vez y de manera exponencial transformando otros significados. Recuperamos los arquetipos y en el proceso se genera una resonancia. Al entrar uno nuevo, un artefacto en desuso es cambiado a un plano donde la mayoría de las veces se eleva su valor como reliquia o en algunas ocasiones como objeto de arte. Funcionan en cadena, dándole nuevos múltiples valores y significados a los objetos.

Pero los efectos no se dan de manera uniforme, dependen de la cultura que los asimile. En este texto definitivamente nos enfocamos en la experiencia occidental, proveniente de la antigua Grecia, y que es la más afectada por el espacio visual cuantitativo del hemisferio izquierdo del cerebro; pero cabe destacar que la perspectiva de oriente y en si de sociedades rezagadas tecnológicamente difiere de manera que el fondo rara vez es el mismo para culturas diferentes, también existen casos donde el hemisferio derecho predomina sobre el izquierdo dando diferentes fenómenos que se verán de mejor manera cuando profundicemos en las distinciones entre los dos cerebros.

El caso de los arquetipos es un legado de la experiencia visual a lo largo de los años. Pero que sucede para el caso donde el espacio visual simplemente no existe. Las construcciones, por ejemplo, para un invidente no vienen de fuera sino de la experiencia acústica, del interior. Que sucede cuando se intenta aplicar los paradigmas del espacio visual a alguien que jamás ha experimentado una línea recta. El caso de la objetividad resulta ser uno de los elementos más engañosos y a los que más nos aferramos como realidad, pero basta excluir la vista de una experiencia para cuartar la objetividad. ¿Qué sucede con la subjetividad? ¿Con lo que percibimos pero no vemos? De algún modo nos volvimos esclavos de la comprobación visual. Menciona Jacques Lusseryan , “cuando descubrí el mito de la objetividad en algunos pensadores modernos, me enojé. Así que para estas personas sólo había un mundo, el mismo para todos. Y todos los demás mundos debían ser considerados ilusiones dejadas del pasado” de modo que negamos, como a un hijo incomodo, la existencia de nuestro lado subjetivo, el que se da de dentro hacia fuera y que es tangible, ni es comprobable pero que está en todos. Es por ello que el tétrade se da más en la experiencia del hemisferio derecho y hace a un lado las limitaciones de los sujeto a comprobación.

Si la experiencia de no ver intensifica los demás sentidos al elevar la experiencia humana hacia el interior, quienes tenemos nuestra existencia en el plano visual nos encontramos atrapados en el sistema de conceptos emanados de las construcciones lineales, secuenciadas y ordenadas del hemisferio de la vista, principalmente regido por el tiempo secuencial.

Cada uno de los sentidos genera su propio espacio, al estar aislado de los demás el sentido de la vista ha sublimado a los demás y acostumbrado al cerebro a no ver más allá de los que se mira. El cerebro, acostumbrado a los patrones de lo visual, nos impide asimilar que se den fenómenos de otra índole. Por ejemplo, es del espacio visual la característica de que sólo un objeto puede ocupar un lugar en el espacio. Como menciona Powers, “el cerebro ha sido educado por la vista para ver líneas rectas” incluso donde no existen. Menciona el hecho de que la línea recta fue una invención del hombre regido por el hemisferio izquierdo del cerebro. La existencia de un mundo regido por líneas rectas tiene sus implicaciones, manifiesta en el cerebro humano una tendencia a organizar el pensamiento, a estructurar y dar secuencia a cada idea en un sistema de jerarquías. La manera de percibir el tiempo es una de las más fuertes evidencias. Para quienes no están acostumbrados a las construcciones lineales occidentales o que han seguido una tradición de fondo el tiempo pierde toda secuencialidad. En otras palabras, el ahora o “presente eterno” es el único tiempo que rige el pensamiento de quienes son regidos por el hemisferio derecho.

El espacio de los sentidos y en particular el de la vista, que llegó con el desarrollo de la escritura, hace de la experiencia humana un juego de patrones que se repiten sin cesar a lo largo del tiempo secuencial. Para entender lo anterior o de otra forma el nudo humano basta entender, con ayuda del tétrade, la historia del dinero. En repetidas ocasiones el dinero ha pasado del uso al desuso de la misma manera, según el tétrade, genera una especie de rechazo en sus inicios, cuando es adoptado acelera las transacciones y se comienza a instituir; elimina el trueque y recupera el consumo de una manera notable y termina convirtiéndose en crédito o no-dinero. Esto se repite una y otra vez conforme termina su ciclo y es mandado al desuso por otro objeto.

En si, la vista se encierra y encierra a los demás sentidos y a la mente en un espacio limitado, cuantificable y monótono. La objetividad viene del sentido de la vista, simplemente lo que no vemos no existe. Por otro lado el espacio acústico es un espacio infinito en donde no existe una sola fuente ni existe una limitación espacial para los objeto. La palabra escrita trajo consigo una propensión a ordenar y clasificar las cosas. Con el paso del tiempo la creación y más tarde la repetición de arquetipos se intensifica de manera exponencial. Las vivencias se mitifican y son estereotipadas por quienes escriben sobre su propia existencia. La palabra escrita documenta y da validez inviolable a la experiencia humana, de otro modo, genera un catálogo de experiencias donde las vivencias individuales se ajustan.

Su mera existencia los dota de igual peso significativo. El hecho de que el hemisferio izquierdo haya predominado y tomado las riendas del hemisferio derecho no significa que no exista la posibilidad de encontrar un equilibrio, definitivamente las circunstancias han empujado a volverlos antagonistas pero en una relación donde no existe el uno sin el otro. Conciencia, según los autores, se da en el equilibrio entre ambos cerebros , “cuando estas funciones hemisféricas están en verdadero equilibrio, que es raro, se obtiene como resultado, “conocimiento comprensivo”” en la mayoría de los casos cualquier cultura tiende hacia un lado del cerebro. Los orientales del lado derecho en contraposición con los occidentales del lado izquierdo. Tal es el grado de adaptación que cuando intentamos, los occidentales, explicar un fenómeno del lado derecho o relativo al lado derecho recurrimos a las convenciones del hemisferio izquierdo.

La unión entre ambos cerebros se da en el cuerpo calloso, “coordina la construcción audio-espacial y la ideación no-verbal (hemisferio derecho) con el cálculo, el habla, la escritura y las capacidades lingüísticas generales (hemisferio izquierdo)” en cierta manera intentamos ajustar las vivencias del hemisferio derecho a los patrones del hemisferio izquierdo, en cierto modo explicar con palabras las cosas para las que no hay palabras.

Dentro de las funciones del cerebro, de acuerdo a los hemisferios, se encuentran las siguientes. Para el hemisferio izquierdo, hemisferio del ojo y que controla el lado derecho del cuerpo encontramos las capacidades visual-habla-verbal, lógico-matemático, lineal-detallado, secuencial, controlado, intelectual, dominante, mundano, cuantitativo, activo, analítico, de lectura-escritura-clasificación, ordenamiento secuencial, percepción del orden significativo y secuencias motrices complejas; por otro lado el hemisferio derecho, hemisferio del oído y que controla el lado izquierdo del cerebro encontramos las capacidades táctil-espacial-musical-acústico, holístico, artístico-simbólico, simultaneo, emocional, intuitivo-creativo, secundario-tranquilo, espiritual, cualitativo, receptivo, sintético-Guestáltico, reconocimiento facial, comprensión simultánea, percepción de normas abstractas y reconocimiento de figuras complejas.

El poder del hemisferio izquierdo es elevado y se da en la naturaleza del alfabeto fonético. Su alcance de traducir otras lenguas y un pensamiento organizado le da los elementos para invadir e influir en el comportamiento de quienes están regidos por el lado derecho del cerebro, las culturas orales. Dicha invasión requiere cierto grado de adoctrinamiento, tal es el caso de todas las conquistas humanas donde se utiliza la religión como dardo tranquilizador. Antes de cualquier inducción se debe desarrollar en los individuos la capacidad de hilvanar las ideas a través de signos.

La forma es el objeto del hemisferio izquierdo. La diferencia entre ambas culturas se da básicamente en la facilidad de adaptación de en quienes predomina el hemisferio derecho. De otro modo, quienes se basan en el fondo y no en la forma tienen la habilidad de no encasillarse en ideas preestablecidas. Pongamos como ejemplo la incapacidad de occidente de entender la existencia de un fondo para todas las cosas. La idea de que no puede haber una forma sin un fondo es sencilla si la vemos como que sin espacio no hay donde colocar un objeto, pero la costumbre del humano del hemisferio izquierdo de centrar su atención en lo que aparece en primer plano le ha impedido por siglos darse cuenta de que no existe una cosa sin la otra. Cuando lo árabes introdujeron el cero, para los occidentales era inconcebible pensar en un símbolo dedicado a la nada, a lo inexistente. Era obvio que sus concepciones se centraban en la figura y descartaban por completo al fondo. Para los humanos del hemisferio derecho la capacidad de percibir el fondo los dota de don de adaptación inigualable ya que tienden a ver el panorama general de tal o cual situación y no, a diferencia de los del lado izquierdo, las figuras que no coinciden con sus patrones y, en si, los obstáculos.

Pero, como mencionaba con anterioridad, una migración de occidente al hemisferio derecho del cerebro se está dando gracias a la invasión de nuevas tecnologías basadas tanto en el espacio acústico como en el visual. La capacidad de estos medios es proyectar las extensiones del cuerpo humano al exterior y llevarlas a la colectividad. De acuerdo a McLuhan, parte de esto se da en el momento en que la economía de la información supera a la tradicional. El tráfico de información llegará al momento en que ésta será adaptada a las características particulares de cada individuo y un exceso de información llevará al humano a verse inmerso, sin quererlo, en el fondo de sus objetos. Los patrones de conducta cambiarán al grado de que el humano de la era de la información deberá encontrar la manera de encontrarse en la avalancha de datos. Todo quedará expuesto ante la completa violación de la privacidad. Se da la antítesis del tétrade.

Difiero en la perspectiva de que el hombre se volverá cualitativo dado el destape de datos. Algo que McLuhan menciona durante las primeras líneas del libro es que el hombre al entrar en contacto con un televisor se proyecta hacia el exterior entrando en un estado de hibernación o que él llama estado alfa. Para mí la capacidad del hombre occidental no da vuelta a lo acústico sino a una individualidad movida a las nuevas extensiones dando como resultado un estado alfa casi permanente. Tal es el caso de la homogeneidad de patrones de conducta basados en experiencias vividas fuera del cuerpo y más bien en el televisor. Estoy completamente de acuerdo en que se dará una nueva configuración basada en la capacidad de las nuevas extensiones del humano de realizar operaciones a la velocidad de la luz, el humano ha eliminado las barreras de distancia por completo y trae el fenómeno que aun no se termina de dar, los efectos de que se haya transportado de lleno a sus extensiones, ¿cuál será el resultado de la relación tan estrecha entre el hombre y su ordenador?

Se hace alusión a las distinciones del caso canadiense frente al caso estadounidense, pero a mi me gustaría concluir en que el análisis tetrádico sigue sin darse dentro de la elaboración de nuevas tecnologías, el único espacio y en donde coincido con los autores es que el tétrade es la naturaleza de la labor artística. Cuando McLuhan murió, gran parte de los fenómenos de la actualidad se estaban gestando. Internet apenas se encontraba en desarrollo y no como tal, sino como una idea que apuntaba hacia un sinnúmero de objetivos diferentes y con un potencial que el poder vislumbrador de este teórico pudo proyectar con gran asertividad en sus consignas. Pero es evidente que el poder cuantitativo del hemisferio izquierdo sigue siendo preponderante al sobreponer las ganancias o cuantificar el uso de las tecnologías sobre el impacto que estas puedan tener en la sociedad. Permanezco con mis reservas sobre el hecho de que nos volvamos cualitativos y más aun cuando viejos patrones se siguen repitiendo. La educación, por ejemplo, hace uso de la tecnología y se ha reformado, pero en sus raíces permanece la constante de fomentar la apreciación de la forma por encima del fondo o la propensión a basar los problemas en la experiencia y la información comprobable, haciendo a un lado nuestra innegable capacidad subjetiva. Cabe destacar la marcada preferencia de McLuhan hacia la tecnología y en cierto modo hacia la tradición oral dada su fascinación por la capacidad simbólica de los mismos.

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F U E N T E

MCLUHAN, Marshall y Bruce E. Powers. “La aldea global”. 1ª. ed., México, Gedisa, S.A., 1991. 203p.

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Technopoly

Technopoly
por Roberto Wong
Reseña crítica presentada para la clase de Tecnologías de la Comunicación y Sociedad

Neil Postman fue uno de los principales críticos de la cultura norteamericana y de los efectos de los medios de comunicación. Nacido en Nueva York, a principios de la década de los 30, se convirtió rápidamente en director del Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York. Discípulo de Marshall McLuhan, escribió una serie de libros sobre los efectos de la televisión, los cambios en la cultura, la política y la vida social a partir de los medios masivos de comunicación y la tecnología, muriendo el 9 de octubre de 2003.

En su libro, Technopoly: El sometimiento de la cultura a la tecnología, Postman introduce su libro estableciendo la dicotomía existente entre la tecnología y el resto de la actividad humana. Al contrario de las ideas generales que se tienen en la sociedad, Postman apuesta a que la tecnología ofrece gratificaciones negativas a la sociedad, y que así como ofrece beneficios ofrece también perjuicios que van relacionados con la cultura y la moral. Por ende, reprueba la idea de que la tecnología es la salvadora unánime de la humanidad, en esa apuesta a que los avances tecnológicos lograrán llevarnos a un estadío superior del que estamos ahora.

Para ejemplificar esto relata el mito del rey Thamus de Platón, el cual explica como la tecnología ofrece un beneficio pero acota otro: “you, who are the father of writing (…) those who acquire it will cease to exercise their memory ad become forgetful (…) they are filled with the conceit og wisdom instead of real wisdom they will be a burden to society” .

Para Postman existe un error en el pensamiento de Thamus, y es pensar que la escritura solo será una carga para la sociedad. Lo cierto es que conlleva también beneficios, así como efectos inesperados como el que menciona el mito. Aún así, demuestra las características ambivalentes de todo descubrimiento tecnológico.

Esta ambivalencia no es reconocida en general por toda la sociedad. En gran medida, la tecnología es vista sólo en medida de lo que puede hacer, lo que puede beneficiar, y no lo que puede llegar a perjudicar. Esta visión es fácilmente discernible en el debate sobre los alimentos transgénicos llevado a cabo hace un par de años. Los científicos y laboratorios abogaban por que estos alimentos podían ser más nutritivos, económicos y efectivos que los alimentos tradicionales, logrando ofrecer soluciones a problemas mundiales como la desnutrición y el hambre. Sin embargo, otro grupo abogaba por los efectos colaterales de consumir estos alimentos, efectos que hasta la fecha no se han descubierto pero que pueden llegar a existir.

Sin embargo, en este mismo ejemplo, una vez que una tecnología es introducida en la sociedad, (como ha sucedido miles de veces) es importante entender para qué está diseñada dicha tecnología, es decir, adoptarla con plena conciencia de sus efectos y peligros. Esta noción parece sumamente ingenua y obvia a primera vista, pero en realidad conlleva la idea de que es necesario estar conciente de los efectos que pueden llegar a tener en nuestra vida la tecnología. Así como Thamus advertía que la escritura nos iba a hacer perder la memoria, así otras tecnologías tienen efectos adversos como los que describen ciertos investigadores (Sartori nos habla de la pérdida de capacidad de abstracción a través del consumo televisivo, así como Giddens explica como las nociones de riesgo manufacturado, inexistentes hasta hace tiempo en la sociedad, se introducen derivadas de la acción tecnológica del hombre sobre su entorno y sobre sí mismo).

De manera similar a lo que Giddens define como instituciones caparazón, la dinámica de la tecnología para Postman redefine antiguas nociones y conceptos. Bajo la tecnología la democracia está redefinida, el concepto de información y política se reestructuran silentemente bajo la influencia de los medios de comunicación y sus nuevas tecnologías (es el caso de los video escándalos, la manera en que la tecnología ha logrado llevar los casos de corrupción a la televisión presuponen una redefinición de la misma, logrando crear nuevas palabras y modificando otras).

La tecnología, y todo lo que ésta implica, conlleva en sí misma un juego en el que hay ganadores y perdedores. En el caso más simple, los países que conllevan la producción tecnológica establecen relaciones imperiales con aquellos que están estancados en la producción de bienes de consumo. Éste hecho es evidente en Latinoamérica, África y diversos países de Asia. En las guerras, la tecnología ha logrado superar el factor humano, de ahí la idea de que ésta puede llegar a ser nuestro valuarte como humanidad.

Otro aspecto que ejemplifica la noción de Postman son los monopolios de la comunicación. Los medios masivos de comunicación están manipulados por tres grandes corporativos mundiales. La sociedad, que escapa del acceso y control de la información, tiene que acceder a las realidades ajenas a su esfera social a través de medios que responden a intereses comerciales y políticos. La misma idea la expresa Noam Chomsky en su libro Necessary Illusions, dónde habla de la necesidad de democratizar los medios de comunicación en aras de combatir los monopolios informativos.

Las relaciones de ganadores y perdedores se extienden en toda una cultura capitalista dónde el éxito se tribuye al individuo, y su fracaso a su falta de espíritu emprendedor, no al sistema en el que se desenvuelve. La tecnología ha aportado para extender ésta visión, que sistematiza al hombre en escalas de inteligencia, económicas y sociales, convirtiéndolo poco a poco en la visión que Descartes tenía de los animales: animatae machina.

Postman analiza los efectos de la tecnología y cómo ésta compite con otras en el tiempo en que se introduce, así como los efectos en las personas y en las visiones del mundo que logra construir o deconstruir. La imprenta, las computadoras, etc., todos éstos inventos conllevan una aportación y perjuicio a la vida humana. Postman, creador del concepto de la ecología en los medios, establece que ésta se da cuando la tecnología no añade o substrae algo de la sociedad, la hace diferente pero no establece cambios significativos en ella.

Un tema interesante que toca Postman con respecto a esto es el uso de las computadoras en la escuela, en nuestro caso, el uso de Internet para acceder a nuestros cursos y enviar tareas y respuestas a un profesor que se encuentra en otro lado de la ciudad y que nos conoce en cuanto a lo que aparece en su ordenador. Tal visión ha rediseñado (tal cual era tal vez la intención) a la escuela. Postman no se cuestiona la eficiencia de la computadora como herramienta de aprendizaje, sino “la manera en que ésta altera nuestra concepción de aprender, y cómo en conjunción con otros medios como la televisión, socava la vieja idea de la escuela” . La oralidad, los sentimientos sociales que se dan en un salón de clases, se reestructuran a base a nuestras nuevas concepciones de realidad. El saber si esas reestructuraciones son mejores que las pasadas, es el interés de Postman. Para él, la confianza desmesurada en la tecnología lleva a ignorar los peligros que corremos, en los que la cultura, los hábitos y nuestros intereses se definen en base a la tecnología. A esta sociedad, Postman la llama Technopoly.

Para entender de mejor manera lo que es Technopoly, Postman analiza las divisiones históricas que varios críticos han hecho de la humanidad. Él propone a su vez que la sociedad ha pasado por tres estadíos, que actualmente convergen en algunos puntos de la sociedad, y éstas son la cultura de las herramientas, las Tecnocracias y las Technopolies.

Para Postman, la principal característica de las culturas de herramientas es que “éstas fueron inventadas para solucionar una necesidad específica de sobrevivencia” . Bajo ésta visión, la tecnología no atentaba contra la cultura de la sociedad en sí. Esta cosmovisión aunada a la introducción de la religión cono eje rector de la vida social llegó a legitimar la convivencia de la ciencia y la fe, o más bien la tecnología con la teología.

La tecnología solucionaba problemas que atañían al ambiente físico, pero no significaba que fueran pobres en conocimiento ni en tecnología. Como se sabe actualmente, culturas como la egipcia y la maya tenían en su cultura conocimientos tan precisos y exactos como no llegaron a descubrirse en Europa siglos después. La diferencia radica en que éste conocimiento venía atado de causa a la religión y al orden social, y por ende no representaba una reestructuración de la cultura.

En la cultura occidental, inventos lograron convertir este tipo de cultura a una Tecnocracia, como la imprenta y el reloj mecánico como instrumento comercial. La tecnología empezó a desligarse de la religión, y descubrimientos hechos por Galileo y Kepler comenzaron a desligar las nociones de realidad entre las personas. Para Postman, “la tecnología crea los caminos en los que la gente percibe la realidad” , y este proceso tecnológico y científico que culminó en la Ilustración separó moral e intelectualmente los valores preestablecidos, una separación que es pilar en una Tecnocracia.

Bacon fue para Postman el primero que logro aunar a la tecnología como elemento del desarrollo humano. La ciencia llegó a tomar el papel de la religión con la modernidad, bajo la crítica de Kant de la incapacidad del hombre de servirse de su propio intelecto. Sin embargo, ésta visión de la ciencia fue convertida en toda una institución, de la cual se extrajeron beneficios económicos, sociales y políticos. Aunado a la introducción del capitalismo, con el libro La riqueza de las naciones de Adam Smith, la mano invisible del mercado se convirtió en el elemento de selección natural para establecer el orden de poder mundial. La revolución industrial, el auge de las ciudades y la vida masiva de los obreros ejemplificada tristemente en “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin llevó poco a poco a que la invención fuera la idea del siglo. El reducimiento de costos, la búsqueda de nuevos mercados, el afán comercial, todo esto desligó a la sociedad de ideas de tradición y religión y aunó en el constructo social la idea de progreso con el mejoramiento de la tecnología.

De esta manera, nuevas promesas fueron echadas al aire, promesas de orden social, de igualdad de oportunidades y de mejoramiento de vida. Es cierto que las tradiciones y la religión no fueron suprimidas, tal es la noción que al día de hoy permanecen. Sin embargo, la ineficacia de éstas, y la indiferencia que ante ellas se ve hoy en día nació al mismo tiempo que la modernidad.

Lo que importaba era la velocidad, la industria y la máxima capacidad de producción en el menor tiempo posible. Cuando ésta sociedad se volvió totalitaria (consumada con la caída del comunismo) llegamos a lo que es Technopoly, una sociedad dónde se han reestructurado todos los valores y las instituciones, instituciones que no responden más a lo que eran antes. La libertad se traduce en libertad de consumo, y la sociedad ha optado por confiar en la teología de la tecnología.

Para Postman, en el punto en que escribió su libro (1992), Estados Unidos era la única Technopoly en el mundo. La manera en que el factor humano se convirtió en un número más en los costos de producción, o en simples entes industriales (cómo Descartes veía a los animales) provocó el reduccionismo humano a maquinaría. Teorías de la administración como la de Taylor ayudaron a esta conversión en la que la tecnología se convirtió en el eje rector del desarrollo humano, y por ende la producción, el consumo y la velocidad fueron las metas de la humanidad, satirizadas tristemente en novelas como Un mundo feliz de Aldous Huxley, o Fahrenheit 415 de Ray Bradbury.

La sumisión de la cultura a la tecnología ocurrió por la gran escala de descubrimientos que sobrevinieron en tan sólo un siglo, muchos más que en toda la historia de la humanidad. La relatividad, el inconsciente, la medicina, todos estos descubrimientos llevaron al triunfo de la ciencia al hacer un mundo más longevo, más seguro, en un constante detrimento de los antiguos valores y creencias que sostenían el mundo social. Ante el descalabro que sufrieron estos pilares sociales, vemos hoy en día los problemas que vive particularmente (pero no solamente) Estados Unidos. La promesa de la modernidad y de la tecnología no ha logrado cumplirse, y el desencanto que originó es la prueba de que el entronamiento de la ciencia en lugar de la religión no ha logrado llevarnos linealmente al progreso humano que llegó a plantear Hegel.

Bajo el nuevo reino de la tecnología y la ciencia como rectores, se sustituyó la idea de progreso humano con la idea de progreso tecnológico. Un papel importante en este proceso fueron las telecomunicaciones, que en palabras de Anthony Giddens fueron ellas las promotoras de la globalización . Ante el desarrollo de la información mediante satélites, cadenas televisivas, periódicos, cadenas radiodifusoras, Internet, etc., la población no tuvo motivo para no creer ante el flujo de información que se le ofrecía. Postman habla de cómo el hombre moderno es casi igual de crédulo que el hombre de la Edad Media. El punto aquí es que bajo el cobijo de la ciencia (como antes lo era la religión) el hombre no tiene motivo para dudar o desconfiar de ella.

Technopoly nos informa, nos entretiene, y es el único medio para acceder a la realidad. Para muchos de nosotros, la realidad se manifiesta solo a través de las expresiones mediáticas. De ahí que los recortes que se nos presentan aparezcan como parte de una gran representación, sin contradicciones inherentes. El acceso a la información fue entonces uno de los derechos que todo individuo (individuo en su significado aislado, cada vez más incomunicado de sus congéneres) debía de conseguir, el problema es que el flujo de información se volvió tan inmenso que fue imposible controlarlo.

La información se convirtió en una clase de basura, acusada por Postman de ser incapaz de solucionar los problemas básicos del hombre. En un eterno discurso sin coherencia, la información nos inundó como resultado de la tecnología, haciendo que nos adaptemos a ella (un ejemplo pueril es la transición de los viejos formatos de reproducción de video, el advenimiento del dvd hizo que muchos de nosotros reemplazáramos nuestros equipos vhs en aras de no rezagarnos. La tecnología dicta hábitos de consumo).

“Technopoly es un estado de cultura, un estado de la mente. Proviene de la deificación de la tecnología, la sociedad busca autorización, encuentra sus satisfactores y toma órdenes de ella” . Así define Postman el constructo social de Technopoly, una sociedad que bajo el gran peso de información ha cedido en sus defensas. En este paso devastador, Postman advierte que algunas instituciones sociales garantes del control de la información han perdido fuerza, por lo que las sociedades telemediáticas son cada vez más confusas en lugar de ofrecer coherencia social.

El autoritarismo cognitivo de las sociedad basadas en la información descartan experiencias sensibles y cognitivas fuera del área de la ciencia. Las universidades ofrecen en sus planes de estudio tópicos que refuerzan ésta visión. La función de las teorías en un mundo demostrable, regido bajo el método científico, es la de legitimar el orden de la información. Y así, el peso que tenían antiguas cosmovisiones para ofrecer sentido de vida fueron desplazadas por nociones de consumo, en una sociedad cada vez más preocupada por la dinámica capitalista del salario (y su consecuente asociación con la valía personal), dejando de lado nociones como la vocación y el destino.

Así, ajena a todo contenido moral, Technopoly se encuentra en un punto de desencanto contra la estética tradicional, lo que provoca factores sociales como la generación x. Technopoly es una sociedad cuya ideología esta basada en el cálculo correcto de la experiencia humana. La ciencia ha logrado acotar la verdad a mecanismos, a reacciones biológicas, a pruebas psicológicas. Bajo esta visión, el factor humano, la verdad, las nociones de sentido son llevadas a traducciones binarias. Este hecho resulta inquietante para Postman, estudiando la ideología subyacente en el adelanto tecnológico.

Rodeados de máquinas que hacen nuestra vida más “fácil”, las ideas que se esconden en esa vida “cómoda” son las que conciernen al análisis de Postman. En la medicina, el avance tecnológico eliminó las nociones de persona en el tratamiento. “La medicina se convirtió en un asunto de enfermedad, no del paciente” . La guerra que se emprendió para abatir la enfermedad fue una guerra agresiva. La tecnología se alió de forma automática a la medicina, y por ende se le utilizó de primera mano, ya que se confiaba más en el resultado de un estudio tecnológico que en el valor de diagnóstico del médico o los mismos síntomas del paciente. En la actualidad, la apuesta es manipular el código genético para evitar enfermedades congénitas, cosa que pretende eliminar los problemas de raíz, sin saber cómo esto afectará al hombre en un futuro.

Lo mismo ocurre con la tecnología computacional, obsoleta a ritmos impresionantes pues en menos de un año los equipos evolucionan sorprendentemente. La dependencia del hombre a los sistemas computacionales, su fe en lo que llegan a “determinar” llega a niveles religiosos. El temor que sufrió la sociedad en el Y2K por el hecho de que los sistemas del mundo podrían volverse locos llega a sorprendernos por la dependencia que tenemos de los sistemas informáticos.

Actualmente los medios de comunicación se apoyan en las estadísticas para legitimar las opiniones. Tecnologías en reposo, o invisibles son aquellas que no ocupan lugar físico pero sin embargo reestructuran la visión de la realidad, así como los comportamientos. Las estadísticas moldean la opinión pública, conllevan en sí mismas la idea de una mayoría que tiene la razón, “tiranía de la mayoría” como afirmaría Tocqueville, llevan en su discurso la opinión generalizada de la que habla la teoría comunicativa de la espiral del silencio. De esta manera, la cuantificación de cualquier hecho (cuántas personas ven determinado programa de televisión, cuántas personas han leído tal o cual libro, cuántos las prefieren rubias) llega a corroborar paradigmas y estereotipos en la Technopoly, hecho peligroso en una sociedad, pues tiende al autoritarismo cognitivo.

Otro factor que permite el autoritarismo de Technopoly es la ciencia social, entendida por ésta a la sociología, la psicología, el conductismo. La idea de Postman es que la pretensión de llevar toda la experiencia humana al conocimiento científico, conocer causas y efectos, proponer leyes, teoremas y complejos modelos del comportamiento humano debidos a su inconsciente o su niñez, sólo son medios bajo los cuales Technopoly logra reforzar la idea de la ciencia como rector de cualquier actividad. Scientism, como define Postman a este fenómeno en el cual toda esfera de la vida es llevada al escrutinio científico, deja fuera experiencias humanas como lo puede ser la religión, el sentido de vida o experiencias que hasta hoy se consideran como paranormales y por ende fuera de toda validez social.

La inmutabilidad de la ciencia, las leyes universales, la falta de relatividad de los números, todo ello cohesiona el universo de Technopoly. La trivialización de los símbolos morales y religiosos, la falta de compromiso moral salvo con la ciencia, todo esto ha llevado a la creación de una sociedad regida por la tecnología. Postman cierra sus libro haciendo un análisis de las soluciones, promoviendo un “back to the basics” que permita a la sociedad una base moral, no regida solamente por la ciencia, ni por los números, sino por aquel areté, (la visión griega de lo que significa ser una persona, un ser en relación con su comunidad) que hace de los seres humanos lo mejor que pueden ser.

La vida está cambiando, pero no necesariamente es un retroceso como afirma Postman. La tradición que se pierde en realidad está siendo recreada en un proceso natural e histórico que nos lleva a una sociedad cosmopolita y cada vez más tolerante . La modernidad sólo vino a desencantar al mundo de las visiones míticas, entronando a la ciencia en la categoría de la Iglesia y trayendo consigo sus particulares defectos y virtudes, sin embargo, satanizar a la modernidad diciendo que lo único que trajo consigo fue una pérdida de sentido y una juventud desencantada es un tanto querer simplificar el paso de la humanidad a través de la historia.

La necesidad de tomar las riendas de estos cambios sociales en esta era de la información es la preocupación de críticos como Postman. Por primera vez compartimos peligros en conjunto, generados por nosotros mismos, y nuestra innegable interconexión nos lleva a ser responsables y tolerantes ante nosotros mismos y el mundo del que formamos parte. El cambio evolutivo que vivimos es una manera en la que toda sociedad busca nuevas maneras para dotarse de sentido, el punto es no entronar a la tecnología y a la ciencia como ejes rectores de toda la vida humana.

Las consideraciones clásicas del mundo de vida refieren a una dotación de sentido en base a valores nobles y a la creencia de una recompensa posterior en la eternidad, dónde el individuo podía renunciar a su ser en busca de un bien mayor. Sin embargo, la vida social de la que somos parte involucra nuevos valores desapegados a las tradiciones, que si bien rompen con los esquemas pasados brindan oportunidades de mejora. Como diría Octavio Paz, “la tradición es el cambio”, apegarse a valores antiguos resulta un tanto retrógrada, pues bien es cierto que todas las tradiciones actuales fueron en su tiempo imposiciones elitistas que derrocaban otras aún más antiguas. El sincretismo social que se dio en la época imperialista es lo que llevó a las tradiciones actuales, y en el mundo posmoderno nuevas tradiciones desean hacer su aparición, ahora estamos viendo el nacer de otra cultura, dónde el camino esta en regresar a lo fundamental y caer en el peligro de los fundamentalismos, o abrazar la creación de cultura en una sociedad que demanda la creación de conocimiento, no como una forma de poder, sino como un acto de esperanza, en un proyecto civilizatorio que nos lleva a apreciar y respetar las diferencias; el reto esta ahí, en dónde confluyen la filosofía y la realidad en cada persona.

Bibliografía

Giddens, Anthony; “Un mundo desbocado”; Editorial Taurus, 2000.
Postman, Neil; “Technopoly”; Vintage Books, 1993.
Sartori, Giovanni; “Homo videns”; Editorial Taurus, 2001.
Chomsky; Noam; “Necessary Illusions”; Boston, MA : South End Press, 1989.

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Rumbo a la “Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información”

Rumbo a la “Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información”
Por Fernando Gutiérrez y Octavio Islas
Cátedra de Investigación en Comunicación Estratégica y Cibercultura

El jueves 21 de agosto del presente se llevó a cabo, en el Auditorio “Rubén Bonifaz Nuño” del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Foro Sociedad de la Información. Este evento, organizado por la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (DGSCA) de la UNAM y la Sociedad Internet de México se concentró en una serie de reflexiones de diversos representantes de distintos sectores del país sobre lo que debe ser la postura mexicana ante la inminente llegada de la “Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información”, cuya primera parte se celebrará en diciembre de este año en Ginebra, Suiza, y finalmente concluirá en Túnez en el 2005.

Nuestro país se prepara para la formulación de una serie de propuestas que, se espera, representen a todos los sectores de la sociedad. La Sociedad de la Información, considerada por expertos como Manuel Castells, como un nuevo sistema tecnológico, económico y social, cobra cada vez mayor importancia, y como consecuencia de los posibles alcances y la variedad de interpretaciones que giran en torno a este novedoso concepto, el ejercicio de reflexión resulta imprescindible.

En este caso el programa del evento abordó los siguientes cuatro ejes temáticos:

1) Ficciones, opciones y certezas sobre la sociedad de información.

En esta mesa participaron la Dra. Delia Crovi, el Dr. Raul Trejo Delabre, el Mtro. Eric Huesca Morales, y el Mtro. Juan Voutssás, con los temas Sociedad de la información y el conocimiento; Qué es y qué no es la sociedad de la información; Posibilidades y límites tecnológicos de la sociedad de la información; La tecnología en la sociedad de la información.

2) Usuarios y clientes en la sociedad de la información.

Esta otra mesa de reflexión la integraron la Dra. Florence Toussaint, la Dra. Cristina Girardo, el Dr. Scott Robinson, y el Lic. José Manuel Marrón. En este caso se trataron los temas: México en la sociedad de la información; Jóvenes en la red; Las implicaciones de navegar en el cibercafé; Demografía de Internet en México.

3) Los nuevos medios en la sociedad de la información.

En esta mesa, la Mtra. Patricia Maldonado, la Dra. Lizy Navarro, el Dr. Octavio Islas y el Mtro. Fernando Gutiérrez, analizaron los temas: Radio por Internet; Públicos y contenidos de la prensa en Internet; Vigilancia e información en Internet.

4) Las propuestas mexicanas en la Cumbre de Ginebra, Suiza.

La última mesa del evento estuvo compuesta por la Mtra. Olinca de la Paz, el Dr. Julio Cesar Margain, el Ing. Carlos Merchan, el Dr. Salvador de Lara, y el Dr. Alejandro Pisanty, quienes trataron los temas Internet y sociedad civil, El sistema Nacional e-México, y finalmente conversaron sobre los procesos de la Cumbre y la postura del gobierno mexicano.

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Los satélites artificiales de comunicación en el siglo XXI

Los satélites artificiales de comunicación en el siglo XXI
Por Fernando Gutiérrez y Octavio Islas C.

En los últimos años, la tecnología satelital ha recobrado gran importancia en el terreno de las comunicaciones. El desarrollo de la fibra óptica parecía que iba a obstaculizar la evolución de los satélites artificiales de comunicación, como consecuencia de sus características de transmisión (Velocidad, Capacidad, Durabilidad…), pero pocos pensaron en los diversos retos que debía enfrentar esta tecnología de comunicación (geográficos, climáticos, y sobretodo financieros).

Para cumplir el propósito de ampliar las comunicaciones, integrando todos los rincones de la tierra, la exploración terrestre no ha sido suficiente. La fibra óptica ha proporcionado grandes ventajas en materia de comunicaciones, pero los altos costos de inversión para su desarrollo se han convertido en una limitante muy importante. Por tal motivo los satélites artificiales de comunicación aún se presentan como una buena opción. Relativamente los costos de inversión son menores, y el alcance es mayor.

Los satélites artificiales geoestacionarios, que se posicionan sobre el ecuador aproximadamente a 36,000 km de la superficie terrestre, son idóneos para la comunicación en casi todos los puntos de la tierra. En 1957 se lanzó el primer satélite artificial Sputnik I de la entonces URSS, 42 años después se encuentran operando aproximadamente 600 satélites geoesíncronos o geoestacionarios (GEOs). En México se cuenta con tres satélites geoestacionarios: Solidaridad I (1994) y Solidaridad II (1995), que sustituyeron a los satélites Morelos I y Morelos II (1985), y el Satmex 5, primer satélite comercial mexicano que lanza una entidad privada (Satmex) y que proporciona cobertura a casi todo el continente americano.

La función de los satélites de comunicación será muy importante, durante los siguientes 10 años, principalmente en áreas como: Internet, Educación a distancia, Radiodifusión (Televisión comercial, Televisión corporativa, Televisión Directa al Hogar, y Televisión por cable), Telefonía (Internacional, rural), y Telemedicina. Por ejemplo, en el caso del sector educativo, desde hace 5 años Edusat desarrolla programas de alfabetización a distancia en todo el país, cubriendo todos los niveles. También gracias a la transmisión vía satélite, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey ha desarrollado el concepto de “Universidad Virtual”, consolidándose así como líder en Latinoamérica en el área de educación a distancia.

Según Satmex empresa privada que ganó la concesión para la operación de los satélites mexicanos en 1997 y está integrada por Telefónica Autrey, Loral Space & Communications, y el gobierno mexicano los satélites artificiales de comunicación serán el medio más eficiente y rentable para apoyar el crecimiento de la infraestructura de comunicaciones que requieren los países en desarrollo y se consolidarán como un aliado en la actividad económica de los países industrializados.

A través de las redes satelitales de órbita baja se desea enlazar a todo el planeta con un menor costo de inversión que cualquier otra tecnología de comunicación. Los satélites de órbita baja se encuentran a una distancia menor que los satélites de órbita geoestacionaria, en posición perpendicular al ecuador (aproximadamente a una altitud de 900 a 1300 km de la superficie de la tierra) .

De acuerdo a las investigaciones de Ana Luz Ruelas, en su texto titulado México y Estados Unidos en la Revolución Mundial de las Telecomunicaciones (1995), algunos de los proyectos conocidos sobre redes satelitales de órbita baja son los siguientes:

Proyecto 21 (propiedad de Inmarsat con un costo mayor de 1000 millones de dólares); Iridium (una constelación de 66 satélites con un costo de 3.4 mil millones de dólares, propiedad de 18 empresas de diferentes países encabezados por Motorola); Globalstar (compuesto aproximadamente por 48 satélites con cobertura global y regional en Estados Unidos, y con un costo de 1.8 mil millones de dólares); Odyssey (Una red de 12 satélites con un costo de 1.3 mil millones de dólares, propiedad de un consorcio de manufactura de tecnología aeroespacial); Elipso I y II (comprende aproximadamente a 18 satélites en dos planos para proveer únicamente servicio nacional, su costo es de 180 millones de dólares, y es propiedad de 6 compañías norteamericanas de comunicaciones móviles, manufactureras de electrónica y tecnología inalámbrica, y del banco inglés Barclays). Aries (Una red que integra a 48 satélites de órbita polar en cuatro planos, su costo es de 292 millones de dólares y es propiedad de inversionistas privados y empresas de comunicaciones de Estados Unidos); Teledesic. (Proyecto de comunicaciones que integra a 840 satélites del tamaño de un refrigerador, su costo es de 9 mil millones de dólares, y es propiedad de Craig McCaw, William Gates, McCaw Development y Kinship Partner).

Prácticamente a principios del siguiente siglo, no habrá punto en la tierra sin la posibilidad de comunicación. Las barreras físicas que apartaban zonas enteras de los cinco continentes, como desiertos, montañas, océanos, selvas y polos glaciares ya no serán un obstáculo para las comunicaciones. Los satélites artificiales de comunicación proporcionarán cobertura a regiones donde la comunicación por redes terrestres es prácticamente imposible, o sumamente costosa. Por ejemplo La Alianza Global Loral, de la cual forma parte Satmex, repartirá servicios de video que incluyen difusión de televisión, aplicaciones de señal directa al hogar, televisión empresarial, servicios ocasionales, noticias, servicios de Internet, voz y datos. Estos servicios se ofrecerán a lo largo del continente americano y Europa, y durante este año se extenderá su cobertura hacia Asia/Pacífico, India, Rusia, el Medio Oriente y Sudáfrica.

Aunque las transmisiones satelitales también tienen algunas desventajas como las demoras de propagación, la interferencia de radio y microondas, y el debilitamiento de las señales debido a fenómenos metereológicos (lluvias intensas, nieve, y manchas solares), las ventajas son mayores. Países como Brasil, Francia, India, Japón, China, Australia, Gran Bretaña, Italia, Panamá, México y Argentina, además de los pioneros (Rusia, Estados Unidos y Canadá) cuentan con un sistema satelital de comunicaciones. Por tal motivo, un evento o acontecimiento puede ser difundido en el momento que sucede. A través de la tecnología satelital, en coordinación con los equipos móviles terrestres, se proporciona cobertura inmediata, llevando la señal a cualquier lugar del planeta.

Indudablemente la tecnología satelital todavía tendrá gran importancia para el desarrollo de las comunicaciones del siguiente siglo.

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