Technopoly

Technopoly
por Roberto Wong
Reseña crítica presentada para la clase de Tecnologías de la Comunicación y Sociedad

Neil Postman fue uno de los principales críticos de la cultura norteamericana y de los efectos de los medios de comunicación. Nacido en Nueva York, a principios de la década de los 30, se convirtió rápidamente en director del Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York. Discípulo de Marshall McLuhan, escribió una serie de libros sobre los efectos de la televisión, los cambios en la cultura, la política y la vida social a partir de los medios masivos de comunicación y la tecnología, muriendo el 9 de octubre de 2003.

En su libro, Technopoly: El sometimiento de la cultura a la tecnología, Postman introduce su libro estableciendo la dicotomía existente entre la tecnología y el resto de la actividad humana. Al contrario de las ideas generales que se tienen en la sociedad, Postman apuesta a que la tecnología ofrece gratificaciones negativas a la sociedad, y que así como ofrece beneficios ofrece también perjuicios que van relacionados con la cultura y la moral. Por ende, reprueba la idea de que la tecnología es la salvadora unánime de la humanidad, en esa apuesta a que los avances tecnológicos lograrán llevarnos a un estadío superior del que estamos ahora.

Para ejemplificar esto relata el mito del rey Thamus de Platón, el cual explica como la tecnología ofrece un beneficio pero acota otro: “you, who are the father of writing (…) those who acquire it will cease to exercise their memory ad become forgetful (…) they are filled with the conceit og wisdom instead of real wisdom they will be a burden to society” .

Para Postman existe un error en el pensamiento de Thamus, y es pensar que la escritura solo será una carga para la sociedad. Lo cierto es que conlleva también beneficios, así como efectos inesperados como el que menciona el mito. Aún así, demuestra las características ambivalentes de todo descubrimiento tecnológico.

Esta ambivalencia no es reconocida en general por toda la sociedad. En gran medida, la tecnología es vista sólo en medida de lo que puede hacer, lo que puede beneficiar, y no lo que puede llegar a perjudicar. Esta visión es fácilmente discernible en el debate sobre los alimentos transgénicos llevado a cabo hace un par de años. Los científicos y laboratorios abogaban por que estos alimentos podían ser más nutritivos, económicos y efectivos que los alimentos tradicionales, logrando ofrecer soluciones a problemas mundiales como la desnutrición y el hambre. Sin embargo, otro grupo abogaba por los efectos colaterales de consumir estos alimentos, efectos que hasta la fecha no se han descubierto pero que pueden llegar a existir.

Sin embargo, en este mismo ejemplo, una vez que una tecnología es introducida en la sociedad, (como ha sucedido miles de veces) es importante entender para qué está diseñada dicha tecnología, es decir, adoptarla con plena conciencia de sus efectos y peligros. Esta noción parece sumamente ingenua y obvia a primera vista, pero en realidad conlleva la idea de que es necesario estar conciente de los efectos que pueden llegar a tener en nuestra vida la tecnología. Así como Thamus advertía que la escritura nos iba a hacer perder la memoria, así otras tecnologías tienen efectos adversos como los que describen ciertos investigadores (Sartori nos habla de la pérdida de capacidad de abstracción a través del consumo televisivo, así como Giddens explica como las nociones de riesgo manufacturado, inexistentes hasta hace tiempo en la sociedad, se introducen derivadas de la acción tecnológica del hombre sobre su entorno y sobre sí mismo).

De manera similar a lo que Giddens define como instituciones caparazón, la dinámica de la tecnología para Postman redefine antiguas nociones y conceptos. Bajo la tecnología la democracia está redefinida, el concepto de información y política se reestructuran silentemente bajo la influencia de los medios de comunicación y sus nuevas tecnologías (es el caso de los video escándalos, la manera en que la tecnología ha logrado llevar los casos de corrupción a la televisión presuponen una redefinición de la misma, logrando crear nuevas palabras y modificando otras).

La tecnología, y todo lo que ésta implica, conlleva en sí misma un juego en el que hay ganadores y perdedores. En el caso más simple, los países que conllevan la producción tecnológica establecen relaciones imperiales con aquellos que están estancados en la producción de bienes de consumo. Éste hecho es evidente en Latinoamérica, África y diversos países de Asia. En las guerras, la tecnología ha logrado superar el factor humano, de ahí la idea de que ésta puede llegar a ser nuestro valuarte como humanidad.

Otro aspecto que ejemplifica la noción de Postman son los monopolios de la comunicación. Los medios masivos de comunicación están manipulados por tres grandes corporativos mundiales. La sociedad, que escapa del acceso y control de la información, tiene que acceder a las realidades ajenas a su esfera social a través de medios que responden a intereses comerciales y políticos. La misma idea la expresa Noam Chomsky en su libro Necessary Illusions, dónde habla de la necesidad de democratizar los medios de comunicación en aras de combatir los monopolios informativos.

Las relaciones de ganadores y perdedores se extienden en toda una cultura capitalista dónde el éxito se tribuye al individuo, y su fracaso a su falta de espíritu emprendedor, no al sistema en el que se desenvuelve. La tecnología ha aportado para extender ésta visión, que sistematiza al hombre en escalas de inteligencia, económicas y sociales, convirtiéndolo poco a poco en la visión que Descartes tenía de los animales: animatae machina.

Postman analiza los efectos de la tecnología y cómo ésta compite con otras en el tiempo en que se introduce, así como los efectos en las personas y en las visiones del mundo que logra construir o deconstruir. La imprenta, las computadoras, etc., todos éstos inventos conllevan una aportación y perjuicio a la vida humana. Postman, creador del concepto de la ecología en los medios, establece que ésta se da cuando la tecnología no añade o substrae algo de la sociedad, la hace diferente pero no establece cambios significativos en ella.

Un tema interesante que toca Postman con respecto a esto es el uso de las computadoras en la escuela, en nuestro caso, el uso de Internet para acceder a nuestros cursos y enviar tareas y respuestas a un profesor que se encuentra en otro lado de la ciudad y que nos conoce en cuanto a lo que aparece en su ordenador. Tal visión ha rediseñado (tal cual era tal vez la intención) a la escuela. Postman no se cuestiona la eficiencia de la computadora como herramienta de aprendizaje, sino “la manera en que ésta altera nuestra concepción de aprender, y cómo en conjunción con otros medios como la televisión, socava la vieja idea de la escuela” . La oralidad, los sentimientos sociales que se dan en un salón de clases, se reestructuran a base a nuestras nuevas concepciones de realidad. El saber si esas reestructuraciones son mejores que las pasadas, es el interés de Postman. Para él, la confianza desmesurada en la tecnología lleva a ignorar los peligros que corremos, en los que la cultura, los hábitos y nuestros intereses se definen en base a la tecnología. A esta sociedad, Postman la llama Technopoly.

Para entender de mejor manera lo que es Technopoly, Postman analiza las divisiones históricas que varios críticos han hecho de la humanidad. Él propone a su vez que la sociedad ha pasado por tres estadíos, que actualmente convergen en algunos puntos de la sociedad, y éstas son la cultura de las herramientas, las Tecnocracias y las Technopolies.

Para Postman, la principal característica de las culturas de herramientas es que “éstas fueron inventadas para solucionar una necesidad específica de sobrevivencia” . Bajo ésta visión, la tecnología no atentaba contra la cultura de la sociedad en sí. Esta cosmovisión aunada a la introducción de la religión cono eje rector de la vida social llegó a legitimar la convivencia de la ciencia y la fe, o más bien la tecnología con la teología.

La tecnología solucionaba problemas que atañían al ambiente físico, pero no significaba que fueran pobres en conocimiento ni en tecnología. Como se sabe actualmente, culturas como la egipcia y la maya tenían en su cultura conocimientos tan precisos y exactos como no llegaron a descubrirse en Europa siglos después. La diferencia radica en que éste conocimiento venía atado de causa a la religión y al orden social, y por ende no representaba una reestructuración de la cultura.

En la cultura occidental, inventos lograron convertir este tipo de cultura a una Tecnocracia, como la imprenta y el reloj mecánico como instrumento comercial. La tecnología empezó a desligarse de la religión, y descubrimientos hechos por Galileo y Kepler comenzaron a desligar las nociones de realidad entre las personas. Para Postman, “la tecnología crea los caminos en los que la gente percibe la realidad” , y este proceso tecnológico y científico que culminó en la Ilustración separó moral e intelectualmente los valores preestablecidos, una separación que es pilar en una Tecnocracia.

Bacon fue para Postman el primero que logro aunar a la tecnología como elemento del desarrollo humano. La ciencia llegó a tomar el papel de la religión con la modernidad, bajo la crítica de Kant de la incapacidad del hombre de servirse de su propio intelecto. Sin embargo, ésta visión de la ciencia fue convertida en toda una institución, de la cual se extrajeron beneficios económicos, sociales y políticos. Aunado a la introducción del capitalismo, con el libro La riqueza de las naciones de Adam Smith, la mano invisible del mercado se convirtió en el elemento de selección natural para establecer el orden de poder mundial. La revolución industrial, el auge de las ciudades y la vida masiva de los obreros ejemplificada tristemente en “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin llevó poco a poco a que la invención fuera la idea del siglo. El reducimiento de costos, la búsqueda de nuevos mercados, el afán comercial, todo esto desligó a la sociedad de ideas de tradición y religión y aunó en el constructo social la idea de progreso con el mejoramiento de la tecnología.

De esta manera, nuevas promesas fueron echadas al aire, promesas de orden social, de igualdad de oportunidades y de mejoramiento de vida. Es cierto que las tradiciones y la religión no fueron suprimidas, tal es la noción que al día de hoy permanecen. Sin embargo, la ineficacia de éstas, y la indiferencia que ante ellas se ve hoy en día nació al mismo tiempo que la modernidad.

Lo que importaba era la velocidad, la industria y la máxima capacidad de producción en el menor tiempo posible. Cuando ésta sociedad se volvió totalitaria (consumada con la caída del comunismo) llegamos a lo que es Technopoly, una sociedad dónde se han reestructurado todos los valores y las instituciones, instituciones que no responden más a lo que eran antes. La libertad se traduce en libertad de consumo, y la sociedad ha optado por confiar en la teología de la tecnología.

Para Postman, en el punto en que escribió su libro (1992), Estados Unidos era la única Technopoly en el mundo. La manera en que el factor humano se convirtió en un número más en los costos de producción, o en simples entes industriales (cómo Descartes veía a los animales) provocó el reduccionismo humano a maquinaría. Teorías de la administración como la de Taylor ayudaron a esta conversión en la que la tecnología se convirtió en el eje rector del desarrollo humano, y por ende la producción, el consumo y la velocidad fueron las metas de la humanidad, satirizadas tristemente en novelas como Un mundo feliz de Aldous Huxley, o Fahrenheit 415 de Ray Bradbury.

La sumisión de la cultura a la tecnología ocurrió por la gran escala de descubrimientos que sobrevinieron en tan sólo un siglo, muchos más que en toda la historia de la humanidad. La relatividad, el inconsciente, la medicina, todos estos descubrimientos llevaron al triunfo de la ciencia al hacer un mundo más longevo, más seguro, en un constante detrimento de los antiguos valores y creencias que sostenían el mundo social. Ante el descalabro que sufrieron estos pilares sociales, vemos hoy en día los problemas que vive particularmente (pero no solamente) Estados Unidos. La promesa de la modernidad y de la tecnología no ha logrado cumplirse, y el desencanto que originó es la prueba de que el entronamiento de la ciencia en lugar de la religión no ha logrado llevarnos linealmente al progreso humano que llegó a plantear Hegel.

Bajo el nuevo reino de la tecnología y la ciencia como rectores, se sustituyó la idea de progreso humano con la idea de progreso tecnológico. Un papel importante en este proceso fueron las telecomunicaciones, que en palabras de Anthony Giddens fueron ellas las promotoras de la globalización . Ante el desarrollo de la información mediante satélites, cadenas televisivas, periódicos, cadenas radiodifusoras, Internet, etc., la población no tuvo motivo para no creer ante el flujo de información que se le ofrecía. Postman habla de cómo el hombre moderno es casi igual de crédulo que el hombre de la Edad Media. El punto aquí es que bajo el cobijo de la ciencia (como antes lo era la religión) el hombre no tiene motivo para dudar o desconfiar de ella.

Technopoly nos informa, nos entretiene, y es el único medio para acceder a la realidad. Para muchos de nosotros, la realidad se manifiesta solo a través de las expresiones mediáticas. De ahí que los recortes que se nos presentan aparezcan como parte de una gran representación, sin contradicciones inherentes. El acceso a la información fue entonces uno de los derechos que todo individuo (individuo en su significado aislado, cada vez más incomunicado de sus congéneres) debía de conseguir, el problema es que el flujo de información se volvió tan inmenso que fue imposible controlarlo.

La información se convirtió en una clase de basura, acusada por Postman de ser incapaz de solucionar los problemas básicos del hombre. En un eterno discurso sin coherencia, la información nos inundó como resultado de la tecnología, haciendo que nos adaptemos a ella (un ejemplo pueril es la transición de los viejos formatos de reproducción de video, el advenimiento del dvd hizo que muchos de nosotros reemplazáramos nuestros equipos vhs en aras de no rezagarnos. La tecnología dicta hábitos de consumo).

“Technopoly es un estado de cultura, un estado de la mente. Proviene de la deificación de la tecnología, la sociedad busca autorización, encuentra sus satisfactores y toma órdenes de ella” . Así define Postman el constructo social de Technopoly, una sociedad que bajo el gran peso de información ha cedido en sus defensas. En este paso devastador, Postman advierte que algunas instituciones sociales garantes del control de la información han perdido fuerza, por lo que las sociedades telemediáticas son cada vez más confusas en lugar de ofrecer coherencia social.

El autoritarismo cognitivo de las sociedad basadas en la información descartan experiencias sensibles y cognitivas fuera del área de la ciencia. Las universidades ofrecen en sus planes de estudio tópicos que refuerzan ésta visión. La función de las teorías en un mundo demostrable, regido bajo el método científico, es la de legitimar el orden de la información. Y así, el peso que tenían antiguas cosmovisiones para ofrecer sentido de vida fueron desplazadas por nociones de consumo, en una sociedad cada vez más preocupada por la dinámica capitalista del salario (y su consecuente asociación con la valía personal), dejando de lado nociones como la vocación y el destino.

Así, ajena a todo contenido moral, Technopoly se encuentra en un punto de desencanto contra la estética tradicional, lo que provoca factores sociales como la generación x. Technopoly es una sociedad cuya ideología esta basada en el cálculo correcto de la experiencia humana. La ciencia ha logrado acotar la verdad a mecanismos, a reacciones biológicas, a pruebas psicológicas. Bajo esta visión, el factor humano, la verdad, las nociones de sentido son llevadas a traducciones binarias. Este hecho resulta inquietante para Postman, estudiando la ideología subyacente en el adelanto tecnológico.

Rodeados de máquinas que hacen nuestra vida más “fácil”, las ideas que se esconden en esa vida “cómoda” son las que conciernen al análisis de Postman. En la medicina, el avance tecnológico eliminó las nociones de persona en el tratamiento. “La medicina se convirtió en un asunto de enfermedad, no del paciente” . La guerra que se emprendió para abatir la enfermedad fue una guerra agresiva. La tecnología se alió de forma automática a la medicina, y por ende se le utilizó de primera mano, ya que se confiaba más en el resultado de un estudio tecnológico que en el valor de diagnóstico del médico o los mismos síntomas del paciente. En la actualidad, la apuesta es manipular el código genético para evitar enfermedades congénitas, cosa que pretende eliminar los problemas de raíz, sin saber cómo esto afectará al hombre en un futuro.

Lo mismo ocurre con la tecnología computacional, obsoleta a ritmos impresionantes pues en menos de un año los equipos evolucionan sorprendentemente. La dependencia del hombre a los sistemas computacionales, su fe en lo que llegan a “determinar” llega a niveles religiosos. El temor que sufrió la sociedad en el Y2K por el hecho de que los sistemas del mundo podrían volverse locos llega a sorprendernos por la dependencia que tenemos de los sistemas informáticos.

Actualmente los medios de comunicación se apoyan en las estadísticas para legitimar las opiniones. Tecnologías en reposo, o invisibles son aquellas que no ocupan lugar físico pero sin embargo reestructuran la visión de la realidad, así como los comportamientos. Las estadísticas moldean la opinión pública, conllevan en sí mismas la idea de una mayoría que tiene la razón, “tiranía de la mayoría” como afirmaría Tocqueville, llevan en su discurso la opinión generalizada de la que habla la teoría comunicativa de la espiral del silencio. De esta manera, la cuantificación de cualquier hecho (cuántas personas ven determinado programa de televisión, cuántas personas han leído tal o cual libro, cuántos las prefieren rubias) llega a corroborar paradigmas y estereotipos en la Technopoly, hecho peligroso en una sociedad, pues tiende al autoritarismo cognitivo.

Otro factor que permite el autoritarismo de Technopoly es la ciencia social, entendida por ésta a la sociología, la psicología, el conductismo. La idea de Postman es que la pretensión de llevar toda la experiencia humana al conocimiento científico, conocer causas y efectos, proponer leyes, teoremas y complejos modelos del comportamiento humano debidos a su inconsciente o su niñez, sólo son medios bajo los cuales Technopoly logra reforzar la idea de la ciencia como rector de cualquier actividad. Scientism, como define Postman a este fenómeno en el cual toda esfera de la vida es llevada al escrutinio científico, deja fuera experiencias humanas como lo puede ser la religión, el sentido de vida o experiencias que hasta hoy se consideran como paranormales y por ende fuera de toda validez social.

La inmutabilidad de la ciencia, las leyes universales, la falta de relatividad de los números, todo ello cohesiona el universo de Technopoly. La trivialización de los símbolos morales y religiosos, la falta de compromiso moral salvo con la ciencia, todo esto ha llevado a la creación de una sociedad regida por la tecnología. Postman cierra sus libro haciendo un análisis de las soluciones, promoviendo un “back to the basics” que permita a la sociedad una base moral, no regida solamente por la ciencia, ni por los números, sino por aquel areté, (la visión griega de lo que significa ser una persona, un ser en relación con su comunidad) que hace de los seres humanos lo mejor que pueden ser.

La vida está cambiando, pero no necesariamente es un retroceso como afirma Postman. La tradición que se pierde en realidad está siendo recreada en un proceso natural e histórico que nos lleva a una sociedad cosmopolita y cada vez más tolerante . La modernidad sólo vino a desencantar al mundo de las visiones míticas, entronando a la ciencia en la categoría de la Iglesia y trayendo consigo sus particulares defectos y virtudes, sin embargo, satanizar a la modernidad diciendo que lo único que trajo consigo fue una pérdida de sentido y una juventud desencantada es un tanto querer simplificar el paso de la humanidad a través de la historia.

La necesidad de tomar las riendas de estos cambios sociales en esta era de la información es la preocupación de críticos como Postman. Por primera vez compartimos peligros en conjunto, generados por nosotros mismos, y nuestra innegable interconexión nos lleva a ser responsables y tolerantes ante nosotros mismos y el mundo del que formamos parte. El cambio evolutivo que vivimos es una manera en la que toda sociedad busca nuevas maneras para dotarse de sentido, el punto es no entronar a la tecnología y a la ciencia como ejes rectores de toda la vida humana.

Las consideraciones clásicas del mundo de vida refieren a una dotación de sentido en base a valores nobles y a la creencia de una recompensa posterior en la eternidad, dónde el individuo podía renunciar a su ser en busca de un bien mayor. Sin embargo, la vida social de la que somos parte involucra nuevos valores desapegados a las tradiciones, que si bien rompen con los esquemas pasados brindan oportunidades de mejora. Como diría Octavio Paz, “la tradición es el cambio”, apegarse a valores antiguos resulta un tanto retrógrada, pues bien es cierto que todas las tradiciones actuales fueron en su tiempo imposiciones elitistas que derrocaban otras aún más antiguas. El sincretismo social que se dio en la época imperialista es lo que llevó a las tradiciones actuales, y en el mundo posmoderno nuevas tradiciones desean hacer su aparición, ahora estamos viendo el nacer de otra cultura, dónde el camino esta en regresar a lo fundamental y caer en el peligro de los fundamentalismos, o abrazar la creación de cultura en una sociedad que demanda la creación de conocimiento, no como una forma de poder, sino como un acto de esperanza, en un proyecto civilizatorio que nos lleva a apreciar y respetar las diferencias; el reto esta ahí, en dónde confluyen la filosofía y la realidad en cada persona.

Bibliografía

Giddens, Anthony; “Un mundo desbocado”; Editorial Taurus, 2000.
Postman, Neil; “Technopoly”; Vintage Books, 1993.
Sartori, Giovanni; “Homo videns”; Editorial Taurus, 2001.
Chomsky; Noam; “Necessary Illusions”; Boston, MA : South End Press, 1989.

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